16 de desembre del 2007

Punto Y Coma (Part IV)

Las semanas pasaron. Con el tiempo fui recuperando toda mi movilidad junto con la capacidad de hablar sin titubeos. También recibí varias visitas de familiares. Aunque comprendía su alegría y sus ganas de verme, para mí tan solo habían pasado semanas o meses desde la última vez que los vi. Pero claro, ahora estaban realmente cambiados y faltaban algunos. Me comunicaron el fallecimiento de mis dos abuelas, no me pude despedir de ellas, murieron sin saber que su nieto acabaría despertándose. Había otro asunto que empezó a preocupar, si todo el mundo había envejecido, ¿qué era lo que había pasado conmigo? Un día pedí un espejo de cuerpo entero, lo que vi fue de espanto. Un rostro pálido y casi en los huesos se reflejaba en él. Unas profundas y oscuras ojeras rodeaban mis ojos que sobresalían de sus cuencas oculares destacándose sobre las arrugas que demacraban mi cara. Haciendo cálculos ya tenía treinta cuatro años, pero aparentaba más de cincuenta o sesenta. Me impactó de tal modo la visión que me negué a recibir más visitas que no fueran de trabajadores del centro hospitalario. Necesitaba estar solo, acabar de comprender mi situación y dejar de ver a un extraño en el espejo. Durante algún tiempo me dediqué a leer todas las cartas, postales y fotografías que me habían dejado. Encontré mensajes de familiares que me deseaban mi próxima recuperación y había decenas de sobres dejados por mis amigos. Quince años son muchos y dan para mucho, aunque todas ellas tenían fechas ya muy pasadas, la vida sigue y ellos habían echado hacia delante. No les culpo. Sus mensajes contaban sucesos de sus propias vidas, sus logros, algunos se casaron y otros tuvieron hijos. Leer todo aquello me hizo ver todo lo que yo aún no había conseguido en mi vida, pero me alegró que las suyas nunca se detuvieran. Yo estudiaba una carrera universitaria cuando sufrí el derrame cerebral que me causó el coma. No la acabé entonces y con mi edad en ese momento no tenía opciones de un trabajo digno en condiciones. Había perdido el contacto de todos mis amigos y solo como estaba, todos mis sueños de adolescente quedaron aislados. Tenía que recuperar todo el tiempo perdido que pudiese. Reestablecer mi vida, localizar un lugar donde vivir y otro donde trabajar que me diese autonomía. Pero aún quedaba mucho tiempo para abandonar el hospital definitivamente.

Durante meses me sometí a un duro proceso de rehabilitación. Mis músculos atrofiados empezaron a ganar consistencia y toda mi apariencia mejoró considerablemente, rejuvenecí. Pronto pude andar por mí mismo, dejando atrás la silla de ruedas. Así empecé un nuevo capítulo de mi recuperación: Integración al nuevo mundo, ya que todo él había cambiado considerablemente en aquel lapso de tiempo. Yo que antes era todo un entendido de las nuevas tecnologías, ahora me veía desbordado por todos los aparejos que coexistían con la vida cuotidiana. Me sentía como una persona mayor, torpe y perdida delante de un teclado que no entendía. Pero todo eso poco me importaba, empezaba a echar de menor a mis amigos. (¿Dónde estaban?). Los quería a mi lado, contarles lo bien que estaba, volver a ser parte de sus vidas. Decidí no buscarles todavía, que no me vieran otra vez en un hospital. ¿Qué sorpresa no se llevarían si me presentase en su casa? La psicóloga no se mostraba de acuerdo con esta idea, decía que sería bueno para mi recuperación tener a mis amigos cerca. Aún así lo tenía bien claro, ya solo me faltaba que me diesen el alta. Por fin llegó. Después de unos días de adaptación eché mano de las páginas blancas y de Internet. En estos tiempos es increíblemente fácil localizar a quien sea en cualquier parte del mundo. Pronto tuve una lista con sus nombres, direcciones y teléfonos. A por ellos.

Esta es mi historia, víctima de un robo de tiempo, de un homicidio de vida, de una condena a volver a nacer. Ahora estoy bien, me pregunto por qué, pero sigo sin entender. Voy a tocar ese timbre, no me esperan. ¿Quién es? Soy yo, al que alguien le escribió en el libro de su destino un punto y coma; abre.

2 comentaris:

Anònim ha dit...
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Oyros ha dit...

Puto SPAM

M'agrada el qué, pero no tant el com. Hi ha paraules i expresions que deuries pulir. A més, pot ser li sobra un poc de palla. Está molt bé transmitir la confusió, pero resulta un poc repetitiva.

Això sí, m'encanta el final, perque es trasmet la duresa del que li ha passat al protagonista.